Vaudo (divulgadora): Una democracia fuerte también necesita del lenguaje de la mátemática

La astrofísica y divulgadora Ersilia Vaudo, autora de "Mirabilis" (Blackie Books). Crédito: Gianluca di Ioia/Imagen cedida por Blackie Books

Carmen Rodríguez

Madrid, 3 jun (EFE).- Las matemáticas son un instrumento de pensamiento crítico y quien se siente inseguro ante ellas es más propenso a desconfiar de la ciencia, según la divulgadora Ersilia Vaudo, para quien una democracia fuerte necesita también de una ciudadanía que esté cómoda con ese lenguaje.

Vaudo, que ha publicado en España «Mirabilis» (Blackie Books) en el que repasa «cinco intuiciones» que han revolucionado la concepción del universo, es además directora de diversidad de la Agencia Espacial Europea (ESA).

Astrofísica de formación, creció en un ambiente donde la ciencia estaba al alcance de la mano, gracias a su madre, bióloga y química, que animaba a sus hijos a relacionarse con ella y a familiarizarse con el lenguaje de la naturaleza.

«En los tarros de la cocina no escribía sal, azúcar o bicarbonato, sino las fórmulas químicas y ¡organizábamos unos líos!, porque había que entender esas fórmulas, pero fue una manera de acostumbrarnos a ellas».

En «Mirabilis», en castellano maravilloso o extraordinario, recorre momentos fundamentales de la ciencia desde «la insoportable levedad de la fuerza gravitatoria» a «la realidad de la antimateria», en un relato ameno, lleno de ejemplos y referencias a otras áreas de la cultura.

Vaudo dice que se maravilla ante cualquier cosa que no se había imaginado y que llama su atención. «La ciencia es dejar entrar algo nuevo en tu punto de vista, por lo que la ciencia me maravilla, me sorprende y me llena de emoción, en particular todo lo relacionado con el espacio».

A lo largo de sus páginas, no faltan las referencias a las matemáticas que tienen «un poder extraordinario: pueden extraer hebras de la urdimbre de lo que no sabemos que ignoramos», escribe la autora.

La alfabetización en matemáticas «es hoy lo que era saber leer y escribir hace cien años, son un instrumento de pensamiento crítico cada vez más indispensable en un mundo en veloz transformación».

Los estudiantes no deben tener miedo de las matemáticas ni abandonarlas. «No se trata de ser todos matemáticos, sino de asegurarse de que durante el recorrido académico todos los niños se sientan a gusto» con ellas y tengan cierta familiaridad con ese lenguaje.

Unos adultos que se sienten perdidos ante las matemáticas serán «más dados a delegar los razonamientos complejos, a desconfiar de los expertos y no creer en la ciencia, a poder ser manipulables con las fake news».

Por todo ello, «una democracia fuerte y una ciudadanía consciente necesita también de ciudadanos que se sientan cómodos con el lenguaje de las matemáticas».

En el caso de las niñas, aún hoy son pocas las que deciden seguir materias científicas, «sobre todo aquellas que tienen muchas matemáticas» y ese alejamiento empieza ya en la escuela elemental.

«No se te dan bien las matemáticas» se les suele decir, pero «no hay que decir nunca a una niña que no puede hacer algo porque con compromiso y un ambiente favorable se pude hacer todo».

 Sin olvidar la necesidad de referentes, hay niñas que «no se atreven a soñar con ser presidentas o astronautas porque no han tenido suficientes modelos para poder creerlo».

La astronauta española Sara García o la italiana Samantha Cristoforetti pueden estar entre esos referentes, dice Vaudo quien señala que, a día de hoy, han estado en el espacio unas 600 personas, de las que solo un 13 o 14 % son mujeres.

Pero «las cosas están cambiando» y en el último proceso de selección de astronautas de la ESA, en 2022, la mitad de las elegidas fueron mujeres.

Directora de diversidad y consejera especial en futuros talentos de la ESA, Vaudo destaca que la diversidad es «un ingrediente mágico» que ya conocen. «23 países miembros poniendo en común culturas, contextos y talentos consiguen cosas que no podrían en solitario, como hacer aterrizar un módulo sobre un cometa a 500 millones de kilómetros de aquí».

Y el desafío es la inclusividad, crear un ambiente que «logre optimizar el potencial, saber incluir, saber escuchar opiniones diversas, saber dar su espacio a los diversos tipos de diversidad», porque, «como se suele decir, la diversidad es que te inviten a una fiesta y la inclusividad que te inviten a bailar».

En su afán por poner la ciencia al alcance de los niños, Vaudo es una de las fundadoras de la asociación ‘El cielo itinerante’, que con un pequeño autobús cargado de telescopios llega a zonas de Italia con carencias educativas, para proponer una aproximación innovadora a la ciencia.

«Después de una día en el que los niños y niñas aprenden a construir cohetes, a cocinar cometas, a vivir como un astronauta y por la noche ven con un telescopio, por ejemplo, los anillos de Saturno, se produce una verdadera transformación. Se enciende la curiosidad».