Jerusalén, 15 ago (EFE).- Veinte años después de que las autoridades israelíes ordenasen desmantelar los asentamientos judíos en la Franja de Gaza, toda la sociedad en Israel se ha radicalizado, explica en una entrevista el historiador y activista por la paz Meir Margalit.
«Los derechistas siguen siendo derechistas, pero más radicalizados. La izquierda sigue todavía creyendo en la fórmula de los dos Estados para las dos naciones, más radicalizados también. Sí, todos nos hemos radicalizado», cuenta Margalit a EFE desde el reputado Instituto Van Leer de Jerusalén.
Para la derecha, esto significa que la retirada de Gaza, conocida en Israel como el «plan de desconexión», se ha convertido en un «error histórico», algo que los conservadores viven de forma «absolutamente traumática», opina el activista.
«Pero si supieran los datos históricos, la realidad de aquel entonces, les sería muy difícil decir lo que están diciendo», asegura.
De fundar asentamientos a combatirlos
Margalit sabe de lo que está hablando. Después de mudarse a Israel en 1972 desde su natal Argentina, el joven Meir acabó sirviendo en un regimiento de infantería del Ejército israelí que, entre otras cosas, establecía asentamientos en tierras palestinas.
El propio Margalit fue uno de los fundadores de Netzarim, uno de los asentamientos judíos en la Franja de Gaza que fueron desmantelados el 15 de agosto de 2005 por orden del Gobierno, y que hoy da nombre a una de las carreteras artificiales construidas por las fuerzas israelíes para dividir el enclave en el marco de su ofensiva contra Hamás.
«En aquel entonces me sentía muy orgulloso de ser el fundador de un asentamiento», confiesa el hombre, de 73 años.
Pero tras recibir un disparo en la guerra del Yom Kipur (1973) que lo dejó ingresado en el hospital, Meir experimentó unos «cambios mentales» que le hicieron darse cuenta de que «la vida es más importante que la tierra».
Una comunidad sin futuro
Años después, cuando el primer ministro Ariel Sharon reveló su plan para sacar a los colonos de la Franja de Gaza, Margalit no podía estar más de acuerdo.
«No me cabía ninguna duda de que una comunidad de 7.000, 8.000 personas dentro de un mundo hostil no tiene futuro. Por lo cual sí, me pareció una muy buena propuesta la de Ariel Sharon», explica.
Era, ante todo, una cuestión práctica. «(Para) tener 7.000 personas necesitas un regimiento completo para cuidarlas y el Ejército no tenía suficientes fuerzas para salvaguardar a los judíos colonos en la Franja de Gaza», cuenta el también escritor y expolítico.
Pero el plan tenía truco. «Estaba muy a favor de la evacuación, pero no de la forma en que Israel lo hizo. Lo que Sharon hizo fue entregarle la Franja de Gaza en bandeja a Hamás», opina Margalit.
Los mismos errores
Margalit opina que Sharon, en aquel momento, debería haberle entregado Gaza a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el órgano que gobierna en Cisjordania ocupada y que dirige Mahmud Abás, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y considerado el máximo representante de Palestina en los foros internacionales.
«La derecha viene y te dice: ‘Si nos hubiéramos quedado, el ataque del 7 de octubre no hubiera sucedido'(…). Nuestra respuesta es: ‘Si Sharon le hubiera entregado la Franja de Gaza a Fatah (el partido de Abás), Hamás no hubiera llegado a lo que llegó», asegura.
Y el actual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, va camino de cometer los mismos errores, opina Margalit.
«En última instancia, si no va a permitir que la Autoridad Palestina entre a la Franja de Gaza, el vacío lo va a ocupar la única fuerza política que existe, o sea, Hamás», dice sobre el veto de Netanyahu a que la ANP juegue un papel en el ‘día después’ de la guerra en Gaza.
Entre la desesperación…
A ratos, a Margalit le traiciona una desesperación palpable por el rumbo que están tomando las cosas, y confiesa que, en esos momentos, lo que más le preocupa es cómo convencer a sus hijos para que se marchen del país.
«Parece un poco loco, pero dos partidos diminutos están arrastrando al país tras ellos», dice, en referencia a las dos formaciones de ultraderecha, Poder Judío y Sionismo Religioso, que han logrado marcar el rumbo de la legislatura y de la guerra con su apoyo clave a la coalición de gobierno de Netanyahu.
Ante la posibilidad de un futuro en el que Israel vuelva a permitir (y asegurar) asentamientos judíos en Gaza, el historiador se pregunta cuántas vidas va a costar mantener en el enclave durante los tres años que dura el servicio militar obligatorio a los jóvenes soldados necesarios «para que estos colonos puedan disfrutar de la buena vida en las colonias».
«Este país va por mal camino y estamos en una pendiente que conduce a un precipicio. Estos asentamientos en la Franja de Gaza nos van a acercar mucho más al precipicio, y tal vez a un punto en el cual ya no podamos frenar más», confiesa.
…y el optimismo
Y aun así, Margalit intenta alimentar su optimismo. «Mi formación académica es de historiador, y como tal, conozco casos en los cuales de pronto, del día a la mañana, algunos milagros geopolíticos se han producido», cuenta.
La caída del muro de Berlín, el fin del ‘apartheid’ en Sudáfrica, el acuerdo de paz con Egipto… «Hay un momento en la historia en el que el péndulo cambia de dirección», dice el activista.
«Y aparte, bueno, tengo a mis nietos acá. Tengo que ser optimista porque, si no, ¿cómo los ayudo a ellos?», se pregunta.EFE
Jorge Dastis