Verónica Echegui, una actriz luchadora que superó el icono que creó con La Juani

La actriz Verónica Echegui, en una imagen de archivo. EFE/Juan Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 25 ago (EFE).- Verónica Echegui, fallecida a los 42 años, llegó al mundo del cine como La Juani para encarnar «la nueva mujer española, la joven del siglo XXI que ya no es víctima del machito ibérico, valiente y líder», y, 20 años después, para ser recordada como una intérprete inagotable y camaleónica con cuatro nominaciones a los Goya.

«Puedo hacer de cinco ‘chonis’ y todas ellas distintas», aseguró a EFE en una entrevista esta madrileña nacida en 1983 como Verónica Fernández de Echegaray, a propósito precisamente de su versatilidad ante el hecho de que para muchos quedara fijada en la memoria sobre todo por el personaje de su debut, uno de los más emblemáticos del cine español y por el que consiguió su primera nominación.

Fue el director Bigas Luna el que en 2006 la descubrió al mundo después de un arduo proceso de selección en «centros comerciales y discotecas» en busca de su diva de periferia, tras comprobar que entre las intérpretes jóvenes del momento ninguna tenía el perfil, y así dio con «una actriz extraordinaria y una persona estupenda».

La propia Echegui explicó que se enfrentó a las pruebas «relajada» porque pensaba que no la iban a coger, a pesar de que desde niña era su sueño poder dedicarse a este mundo, a pesar de su carácter.

«Yo era hipertímida. Recuerdo que en el colegio había teatro y preguntaron quién quería ser el monstruo. Yo me moría de ganas, pero no me atrevía a levantar la mano y al final hice de caja de detrás o no sé qué leches», contó divertida en una ocasión.

Contrariamente muchos de sus papeles estuvieron llenos de gran carácter, sobre todo en su primeros años, cuando intentaba aún demostrar que era mucho más que «la Juani», como sucedió con ‘El patio de mi cárcel’ (2008), de Belén Macías, por el que volvió a ser nominada a los Goya.

Justo después, con 24 años, lo dejó todo y se fue a Inglaterra a trabajar de camarera. «Estaba un poco superada, necesitaba hacer otra cosa, pasé allí cinco meses y luego me ofrecieron hacer ‘Verbo’ y volví», rememoraba sobre uno de los impases de su carrera, a la que aún le quedaba mucho por ofrecer.

De hecho, volvió a optar al Goya por su papel en ‘Katmandú, un espejo en el cielo’ (2011), de Icíar Bollaín, y a participar en películas como ‘Seis puntos sobre Emma’ (2011), una de las interpretaciones de las que más orgullosa decía sentirse.

«Me gusta asumir riesgos, y no me arrepiento de nada de lo que he hecho, porque hasta cuando me salió mal, aprendí cosas que me han venido muy bien», afirmaba esta profesional que prefería actuar desde el instinto. «Me obliga a ponerme en todas las situaciones posibles», señalaba.

Con medio centenar de producciones entre el cine, el teatro y la televisión, terminó labrándose reputación como actriz versátil y camaleónica, tan ducha en el drama como en la comedia.

«Yo soy bastante payasa», comentaba quien en 2020 igual interpretó a la inspectora aficionada al cosplay de ‘Orígenes secretos’ y la divertida murciana de formas redondeadas en ‘Explota Explota’, por el que volvió a ser nominada, que a la mujer prostituida frágil y con pensamientos suicidas de ‘La ofrenda’.

Terminó consolidando además su faceta como actriz internacional, con encargos en producciones como la serie ‘Trust’, que dirigió Danny Boyle, junto a Donald Sutherland y Hilary Swank, o en ‘La luz del día’, junto a Sigourney Weaver.

Aseguraba que nunca le había obsesionado el rumbo de su carrera, sino hacer bien su trabajo, y que más que paralizarla, los miedos la impulsaron: «Soy contrafóbica, desde siempre, es mi manera de funcionar, ante un miedo me vengo arriba, me activa».

Como balance, transcurridos muchos años de su debut con La Juani, afirmaba: «Me sigue apasionando (esta profesión), me vuelvo loca y sigo pensando que es el gran amor de mi vida».

Precisamente en los últimos años decía haberse reenamorado del cine tras su salto a la dirección con ‘Tótem Loba’, por el que obtuvo el Goya al mejor cortometraje de ficción con un mensaje feminista que siempre la tuvo como correosa portavoz.

En uno de sus últimos trabajos, la serie ‘A muerte’ de Dani de la Orden, reflexionó en una entrevista profética para Fotogramas sobre el final de la vida. «Esta sociedad se ha esforzado mucho en que tengamos miedo a la muerte. Yo, más que miedo, tengo miedo a la enfermedad y al sufrimiento», comentó la actriz, que ha fallecido víctima de un cáncer pero comprometida hasta el final con su oficio.