Carmen Martín
Madrid, 14 jul (EFE).- En cuanto llega el verano, el criterio estilístico se evapora, se sale a la calle con trapillos de andar por casa que sean frescos y cómodos como camisetas ajadas de propaganda o pantalones piratas, eso, siempre y cuando, no se decida pasear despojado de ropa. No todo vale.
«La estética es subjetiva, sin embargo, cuando llegan las vacaciones, por lo general, prima la comodidad sobre la elegancia, el vestir bien se cierra por vacaciones», dice la psicóloga Candela Fornieles (Madrid, 1998).
Se suele relajar tanto la forma de vestir que incluso se alcanza el «mal gusto», añade Fornieles, quien apunta que lo peor llega cuando la gente se despoja de las camisetas en plena ciudad.
Sin embargo, «el buen gusto no está reñido con el verano, se puede vestir sin incurrir en atrocidades estéticas», dice el experto en moda y director de Creare Comunicacion, Adolfo de la Llave, quien asegura que se puede ser elegante «con muy poco».
Pero no siempre es así, se sale a la calle de cualquier manera. «‘No voy a hacer nada especial’, ‘nadie me conoce’, ‘estoy perezosa’ o ‘a quién no le guste que no mire’ son algunas de las excusas más recurrentes para justificar el desaliño estilístico», explica la psicóloga.
Con la subida de temperaturas, se aligera el vestir, se lleva poca ropa, «se muestra musculo trabajado (o no) y mucha piel», dice Fornieles que en esa exhibición tiene mucho que ver, por una parte, la moda de los tatuajes y por otra, el deseo de mostrar músculos trabajados durante el invierno.
«Se debe de tener en cuenta un cierto decoro a la hora de vestir», recomienda la psicóloga porque si para unos lucir ropa minúscula o super ajustada es libertad, para otros, «puede resultar intimidatorio, resulta incómodo tener que compartir espacios públicos con aquellos que no guardan las formas».
Estar en un chiringuito y ver a alguien comiendo sin camiseta y con el bañador mojado, «no es un regalo para la vista», confiesa el consultor.
«Aunque estamos en un momento en el que la moda está democratizada y vestimos como queremos, llevar un estilo más relajado, ‘casual’, no significa ‘el todo vale'», dice De la Llave, que considera que no se puede ir a la oficina como si fuéramos a la playa o a una fiesta por la noche.
El calor, «no evapora la elegancia», asegura el consultor de moda, nacido en Talavera de la Reina, Toledo, 1969, quien dice que la elegancia es una actitud, «tiene que ver con conocerse a sí mismo y ofrecer la mejor versión», sea en la playa, en una cena o en un concierto veraniego.
Existen multitud de estilismo versátiles que sirven para ir al trabajo y hacer vida social. Por ejemplo, para el hombre, americana de lino con una camiseta de algodón básica y unos pantalones vaqueros ligeros o un chino. Para la mujer, un vestido ‘midi’ de manga corta, vaporoso y sandalias planas.
Pero, inevitablemente, en verano se descubren estilismos que provocan conmoción en los defensores del buen gusto como las camisas desabrochadas hasta el ombligo que muestran barrigas con tono rojo cangrejo.
«No hay prendas imposibles ni horteras, es más no desterraría ninguna, el secreto radica en combinarlas bien», apunta De la Llave quien, eso sí, reconoce que le superan las camisetas de publicidad y los pantalones pirata.
«Estamos en una época en la que hay multitud de tejidos orgánicos con texturas súper naturales, perfectas para absorber el calor», concluye De la Llave que dice que los colores crudos resultan muy favorecedores cuando se está bronceado.