Marcos Francos
Oviedo, 8 ago (EFE).- Navelgas, una pequeña aldea del noroccidente asturiano, de unos 300 habitantes, es el escenario este año del Campeonato Mundial de Bateo de Oro, que reúne durante esta semana a casi 600 participantes procedentes de 24 países de los cinco continentes.
Principiantes y profesionales compiten desde el pasado domingo en una prueba en la que se premia la velocidad de los bateadores a la hora de buscar pepitas de oro dispersas en cubos de arena en los que previamente se han depositado el mismo número de piezas y de igual tamaño.
Con el agua hasta las rodillas, cada participante va vertiendo poco a poco el contenido del cubo en un plato con el que, con la ayuda del agua y mediante movimientos giratorios, trata de separar la arena de las pepitas que posteriormente va depositando en una probeta.
37.000 pepitas

Si son capaces de sacar todas y no perder ninguna entre el agua y la arena, los participantes pulsan un botón que contabiliza el tiempo que han tardado en llevar a cabo la tarea, para clasificarse así para la siguiente fase.
Para el torneo, que mañana sábado celebra la final, se utilizan 37.000 pepitas de oro, obtenidas con suministradores del Yukón canadiense, Finlandia y Sudáfrica, ya que es «imposible reunir tantas iguales en un río tan pequeño», ha explicado a EFE César Castaño, el presidente de ‘Barciaecus’, la asociación que organiza los campeonatos nacionales.
Este año han participado 600 personas, el mayor número tras la pandemia, ha dicho el presidente de la asociación internacional de bateadores de oro (Worldwide Goldpanning Association), Sanjay Singh, quien ha destacado estas cifras en una localidad tan pequeña como Navelgas.
Tercer mundial en Navelgas
La selección de Navelgas, que ya acogió esta cita en 2008 y 2015, tiene una explicación histórica, ya que desde épocas romanas se extraía este preciado metal en la considerada primera explotación industrial de oro que hubo en España, ubicada en una montaña de esta aldea tinetense, ha explicado Castaño
En la década de los cincuenta, cuando la mina aún estaba abierta, dos trabajadores de la explotación, Enrique Sanfiz y Eustaquio Fernández, junto al director británico de la explotación tuvieron la idea de ir al río a buscar oro y, a pesar de que «les tomaban por locos», el exitoso resultado les sirvió para obtener ingresos extra con la venta de las pepitas a dentistas de la zona.
Sanfiz transmitió esa sabiduría a su familia, como cuenta su nieto Hugo Sanfiz, quien compite por primera vez en este campeonato mundial, tras batear desde los tres años.
Un sistema «único» en el mundo
La organización de esta edición ha sido «más difícil» que en anteriores ocasiones con la introducción de un sistema de bañeras permanentes y «un año entero» de ingenieros voluntarios trabajando en cuestiones como un sistema inalámbrico «único», una novedad cuyo desarrollo ha estado encabezado por el neerlandés Martin Jacobs, y que se testó en el último campeonato nacional.
«Hicimos un sistema de cronometraje que es inalámbrico y único en el mundo», ha señalado Jacobs, que junto a otros compañeros, entre ellos Lucas Fernández, desarrollaron una aplicación portátil que capta los tiempos con milésimas de precisión.
Con motivo del certamen, Navelgas también acoge un programa de actividades lúdicas para el disfrute de los vecinos, como una competición individual de velocidad en bateo reservada para quienes hayan obtenido ya un título mundial y cuyo premio consiste en un lingote valorado en 500 euros.
Los promotores han resaltado que el certamen, que se celebrará en Nueva Zelanda en su próxima edición, está marcado por la cultura y la «excelente gestión» de una localidad que ha logrado albergar al triple de su habitual población durante una semana llena de deporte, anécdotas y mucho orgullo local.