Sergio Andreu

Barcelona, 4 abr (EFE).- Era de esperar que la presencia de Chris Ware en Comic Barcelona iba a generar largas colas de fans para intentar conseguir una firma suya, una especie de Dios para ellos, y una idolatría que siempre sorprende al norteamericano: “Sólo soy un dibujante de cómic”, afirma sin rastro de falsa modestia.
Pero lo quiera o no, Ware es la gran estrella de la 43 edición del salón, que este viernes ha abierto puertas hasta el domingo, y la “pequeña multitud” de personas -hablamos de cómic, no hay que exagerar- que había frente al expositor de Penguin Random House así lo confirmaban.
“Un historietista es una persona que se sienta ante una mesa y dibuja, así que no hay ningún sentido de la divinidad implicado en ello. Una de las cosas que me gusta de ser dibujante de cómic es precisamente que es una profesión muy humilde”, asegura en una entrevista con EFE el artista nacido en Omaha (1967), invitado a Barcelona para inaugurar una gran exposición sobre su obra en el CCCB.
Renovador del medio por su narrativa y experimentación gráfica, con títulos capitales publicados en las tres últimas tres décadas -‘Jimmy Corrigan, ‘Rusty Brown’ o ‘Fabricar historias’, todas en Reservoir Gráfica- a Ware no le gusta nada de nada hablar de estilo.
“Una de las peores cosas que puedes hacer como artista es pensar en un estilo. El arte no va de ropa, de moda, o de escuchar la música correcta, sino de intentar comunicar la vida con tanta precisión como sea posible”, argumenta.
La estructura de sus libros, de una intrincada sencillez (desde la historia de una familia en épocas diferentes o la vida de unos vecinos de un viejo edificio de Chicago, una de sus obsesiones gráficas), no se construyen bajo la fórmula de presentación, nudo y desenlace, que de joven no le dio buenos resultados, porque la historia “nacía muerta”.
“En cuanto empiezo con una página, tanto si es sobre una persona, un lugar o un objeto, se abre algo en mi mente y las ideas me vienen a la cabeza. Lo que voy escribiendo siempre es más interesante que lo que había planificado. A partir de ahí lo voy dibujando, la historia se convierte en otra cosa, florece en cada página. Y es así como sucede, porque uno nunca sabe cómo va acabar el día”, resume, como si ese proceso fuera algo natural, al alcance de todos.
Los personajes de Ware, que se mueven por una retícula de microviñetas en unos paisajes teñidos de nostalgia de área residencial, son seres melancólicos y un poco taciturnos. ¿Se siente él así?
“Me parece que la felicidad es una parte muy pequeñita de la experiencia humana, que sólo pasa de vez en cuando. Entonces, si escribes historias que parecen felices todo el tiempo no es real, así no funciona la vida”, contesta el historietista, que trabaja a la vieja usanza, sobre una hoja de papel “gigante” donde comienza a dibujar a lápiz desde la esquina izquierda, y que luego pasa a tinta con un pincel: “Todo es físico”, aclara.
Para un artista norteamericano, y más si es nacido en un territorio tan republicano como Nebraska -aunque viva en la más liberal Chicago- resulta ineludible la pregunta sobre cómo está viviendo la revolución de la segunda administración Trump.
“Siento que se va cerrando esa sensación de libertad con la que crecí como niño ignorante de lo que era el mundo. Es doloroso pensar esto. Pero a la vez recuerdo la historia de vuestro país, del año 36, y que salisteis de esa situación y me da un brillito de esperanza”, asegura con tono compungido, sobre todo, por la dureza con la que Trump, dice, está tratando a los países europeos o a sus vecinos de Canadá, donde estudia su hija.
Lo que más miedo le produce, y le cuesta entender, es que más de la mitad de la población de EE.UU votó por estas ideas y respalda todavía los comportamientos de “matón” del ocupante de la Casa Blanca.
“No creo que Trump entienda ni siquiera lo que es un amigo, creo que nunca ha tenido un amigo en su vida. Lo único que entiende es cómo acercarse a alguien a arrebatarle lo que quiere. Es una cuestión de poder, de mentir, de aplastar y confundir a las personas para dominarlas”, reflexiona entre perplejo y estupefacto.