«Ya vamos para 25 meses», la prolongada sequía abrasa el norte de México

Una persona de la etnia raramuri camina este martes, en el poblado de Choguita, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua (México). EFE/ Luis Torres

Ciudad Juárez (México), 25 jun (EFE).- La intensa sequía que afecta al norte de México ha dejado una estampa desoladora: ganado muerto en el desierto, comunidades sin agua potable y campos agrícolas improductivos, lo que agrava una crisis que suma más de dos años de duración, según relatan habitantes y expertos a EFE.

Cerca de la frontera con Estados Unidos, el Valle de Juárez es uno de los puntos más afectados en el norte del estado de Chihuahua, donde las imágenes de animales muertos por la falta de alimento y agua son habituales, y la situación se repite en comunidades rurales del municipio de Guachochi en la Sierra Tarahumara, en el sur del mismo estado, que afrontan condiciones extremas.

“Estamos batallando muchísimo con el agua porque está muy seco. Los lugares donde había aguajes están completamente secos. La gente se limita a bañarse, lavar ropa. Se utiliza el agua solo para lo indispensable”, cuenta Javier Jaime Olguín, representante de esta localidad rural, quien sostiene que muchas familias caminan kilómetros para acceder a agua.

La sequía también ha hecho estragos en la agricultura, y se suma la devastación provocada por incendios forestales que han arrasado bosques en la región.

 “La tierra está muy seca, no tiene humedad. Es muy difícil que dé buena cosecha de maíz o frijol”, explica Olguín.

Según expertos, el fenómeno, aunque característico del clima desértico del norte de México, ha alcanzado niveles críticos por su duración e intensidad.

 “Ya vamos para 25 meses de persistencia de la sequía. Cuando hablamos de una sequía mayor, en realidad lo que estamos hablando es que cuando falta la lluvia empezamos a tener una serie de secuelas”, explica Adrián Vázquez, coordinador del Centro de Ciencias Atmosféricas y Tecnologias Verdes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

El impacto se refleja en el suelo sin vegetación, los cuerpos de agua agotados y la aparición de tolvaneras cada vez más intensas.

 

Personas de la etnia raramuri caminan este martes, en el poblado de Choguita, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua (México). EFE/ Luis Torres

Escenas apocalípticas

El ganado, especialmente en manos de pequeños productores, ha sido otra de las principales víctimas.

“Muchos no pueden mantenerlo con alimento o alfalfa. No tienen recursos para exportarlo y, si lo dejan pastorear, no hay pasto suficiente para que sobreviva. Para muchos dejarlo morir se vuelve la única opción, aunque sea dolorosa”, advierte Vázquez.

Las presas y reservorios de agua también registran niveles bajos, lo que ha generado escenas “apocalípticas”, como las califica el experto.

Hacia el futuro, indica, el panorama no es alentador: “La tendencia es de calentamiento. En algún punto tendremos que decidir: ¿agua para la ciudad o para el campo? Es una discusión muy difícil”.

La emergencia climática en el norte de México amenaza con transformar permanentemente el ecosistema y el modo de vida de miles de personas en la zona.

Asimismo, la sequía ha tensado las relaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos en sus más de 3.000 kilómetros de frontera compartida, al generar dificultades para el cumplimiento del Tratado de la Distribución de Aguas Internacionales sellado entre los dos países en 1944. 

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, afirmó en abril que el país entregará agua “hasta donde se puede” en función de «cuánta agua hay disponible».