San Salvador, 9 sep (EFE).- La historia del grupo Yolocamba I Ta ha sido la de acompañar las luchas populares, obreras y campesinas contra las desigualdades y la represión de la dictadura militar de El Salvador desde mitad de los años setenta, además de crear himnos de reivindicación que forman parte de la memoria histórica del país tras la guerra civil (1980-1992).
En 1975, cuatro jóvenes estudiantes de secundaria del jesuita Colegio Externado de San José, en San Salvador, unieron su talento creativo y su compromiso social para fundar el grupo musical Yolocamba I Ta, un nombre en lenca que significa ‘La alegría de la siembra’.
La masacre de estudiantes universitarios del 30 de julio de 1975 marcó un punto de inflexión para que los hermanos Franklin y Roberto Quezada, Paulino Espinoza y Manuel Gómez, comenzaran en agosto de ese año -hace 50 años- sus primeras intervenciones públicas en festivales y comunidades.
«Siempre tratamos de estar en donde debíamos estar. Cantando, acompañando a la gente, sin importar el riesgo. Incluso cuando la Guardia Nacional o la Policía nos perseguía», dijo a EFE Paulino Espinoza.
Inspirados en los chilenos Violeta Parra y Víctor Jara, en Atahualpa Yupanqui de Argentina, Yolocamba I Ta estableció un ensamble rico en composiciones desde las raíces históricas, tradiciones y sincretismos que empatizan con los anhelos de los campesinos por un mejor futuro.
Misa Popular y San Romero

En 1980, El Salvador vivía el inicio de la guerra civil que enfrentó por doce años a las Fuerzas Armadas y a grupos paramilitares contra organizaciones guerrilleras que posteriormente conformaron el partido político Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Los movimientos sociales y sindicatos recorrían las principales calles de San Salvador denunciando la represión, torturas y desapariciones.
En medio de este contexto, el grupo realizó una gira por Nicaragua y México, y grabó uno de los discos más significativos en su historia denominado La Misa Popular Salvadoreña.
El disco contenía canciones que surgieron desde las vivencias de las Comunidades Eclesiales de Base, integradas por laicos, sacerdotes y monjas, muchos de ellos desaparecidos o asesinados durante la guerra, con la finalidad de promover la justicia social con opción preferencial por los pobres.
«Cada canción está hecha para un mártir y la misa recoge ese testimonio», apuntó Espinoza.
Guillermo Cuéllar, compositor de buena parte de la Misa Popular, entregó un manuscrito con una de las canciones a -en ese momento- monseñor Óscar Arnulfo Romero -declarado santo en octubre de 2018-, quien leyó una de las estrofas durante un acto religioso celebrado días antes de ser asesinado por un escuadrón de la muerte el 24 de marzo de 1980.
Gira y experiencia internacional

A lo largo de su historia, Yolocamba I Ta se ha presentado en diversos festivales y conciertos en diferentes países, muchos organizados por comités de solidaridad que acompañaron a los grupos enfrentados con el Ejército y por naciones que luchaban contra las dictaduras militares.
Durante este proceso, el grupo sumó miembros e hizo parte de su historia a Cecilia Regalado, Andrés Espinoza, Álvar Castillo y Víctor Cañizalez.
El grupo recorrió alrededor de 600 ciudades de 44 países y tuvo la oportunidad de compartir escenarios con cantautores de renombre como Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Daniel Viglietti y Vicente Feliú.
Además, brindaron un recital en el célebre Queen Elizabeth Hall, en Londres.
«Yolocamba despierta sentimientos y pasiones no solo por el amor, sino también por la conciencia social y las reivindicaciones de las causas justas», reflexionó José Guerra, un joven abogado y guitarrista.
La discografía de Yolocamba está compuesta por 10 producciones originales y otras recopilaciones. En noviembre de 2016 la agrupación recibió el Premio Nacional de Cultura, máximo galardón entregado por el Gobierno de El Salvador.
Rodrigo Sura Fuentes