Kiev, 3 jul (EFE).- El frente unido que en los primeros meses de la guerra lograron presentar los ucranianos se resquebraja desde el interior por las disputas que enfrentan a algunos de los principales actores de la vida política nacional.
La batalla interna más virulenta, por su intensidad y la importancia de sus protagonistas, la libran la actual administración y el expresidente y líder de la oposición Petró Poroshenko, que esta semana acusó en una entrevista en el Times de Londres al presidente Volodímir Zelenski de actuar como el Kremlin e intentar “eliminar a cualquier competidor del panorama político”.
En febrero de este año, Poroshenko fue sancionado por el Consejo para la Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania junto con otros oligarcas -que en algunos casos se han alineado abiertamente con Rusia- por “crear obstáculos en el desarrollo económico sostenible” del país.
Sin nombrar a Poroshenko, Zelenski dijo después que las sanciones van dirigidas a gente que ha lavado mucho dinero y ha retirado “miles de millones de grivnas” del país en la última década.
El presidente ucraniano dio a entender además que Poroshenko lava dinero a través de las cantidades masivas de dinero que desde el comienzo de la guerra hace al Ejército.
“No puedo comprar café en una gasolinera porque mis tarjetas están bloqueadas, mis cuentas están bloqueadas y mis activos embargados”, ha dicho Poroshenko, conocido como ‘el rey del chocolate’ por la empresa de dulces que es la joya de la corona de su emporio de negocios, al ser preguntado sobre cómo le afectan las sanciones.
El expresidente y líder del partido Solidaridad Europea -que forma parte del Partido Popular Europeo- agregó que el principal impacto es, sin embargo, que estas medidas contra la primera figura de la oposición perjudican gravemente la imagen internacional de Ucrania.
¿Persecución política o lucha contra la corrupción?
Desde los círculos y los medios que simpatizan con Poroshenko se habla de un caso claro de persecución política y se reprocha a Zelenski que esté utilizando los poderes especiales que le otorga la ley marcial para crear un régimen autoritario personalista.
La narrativa es muy distinta desde el poder y sus partidarios, que justifican las medidas contra Poroshenko y otros empresarios -a los que describen como oligarcas por los métodos muchas veces irregulares con los que se enriquecieron- en la necesidad de reducir la influencia en la vida política y económica y en sectores estratégicos como la energía o los medios de comunicación.
El propio Zelenski ha dado en paso para librarse de este tipo de influencia al abandonar a quien fuera uno de sus principales apoyos, el oligarca de la ciudad de Dnipró Igor Kolomoiski, que espera en la cárcel a ser juzgado por apropiarse cientos de millones de euros desde el banco del que era dueño.
Los críticos de esta política anti-oligarcas de Zelenski, sin embargo, advierten de que llevará a una centralización excesiva del poder que acabará debilitando la democracia en Ucrania, donde la existencia de distintos clanes asociados a multimillonarios ha contribuido desde la independencia de la URSS en 1991 al mantenimiento de una pluralidad política de la que no ha disfrutado por ejemplo Rusia.
La ‘traición’ del carbón
La acusación más grave a la que se enfrenta Poroshenko será juzgada en el llamado ‘caso del carbón’, en el que se le imputa un delito de traición por facilitar desde la Presidencia compras de carbón de las dos entidades separatistas prorrusas establecidas en 2014 por milicias títeres de Moscú en el este de Ucrania que se habrían financiado con estas operaciones.
Poroshenko ve este caso como otra maniobra de Zelenski para encarcelarle, y acusa de estar detrás de la ingeniería judicial que habría hecho posible el proceso al exasesor legal de la última Presidencia prorrusa de Ucrania Andrí Portnov, que fue asesinado el pasado 21 de mayo en España.
El hecho revelado por varios medios ucranianos de que Portnov se reunió con figuras clave de la administración de Zelenski días antes de ser asesinado en Madrid es visto entre los seguidores de Poroshenko como una prueba de la cooperación del abogado tiroteado en España con quienes hoy tienen el poder en Ucrania.
Marcel Gascón