Santiago de Compostela, 24 abr (EFE).- El 85 % de los estudiantes de 2º y 3º de la ESO en España no alcanza las ocho horas diarias de sueño recomendadas para su edad y casi uno de cada tres duerme menos de siete horas al día, según un estudio presentado este jueves en la Reunión Anual de la Sociedad Española del Sueño (SES).
Apenas un 14 % de los estudiantes cumple con las recomendaciones, de acuerdo con el informe presentado hoy en Santiago de Compostela, donde la SES celebra su encuentro anual, que reúne a más de 300 expertos en el Palacio de Congresos y Exposiciones de la capital gallega.
El estudio, liderado por investigadores de la Unidad Funcional de Sueño del Hospital Universitario Araba (Vitoria-Gasteiz), recogió durante dos semanas, mediante el uso de actímetros, las tendencias de sueño de estudiantes de 2º y 3º de la ESO de tres institutos de Vitoria.
El 32 % de los participantes en el estudio mostró un cronotipo vespertino, lo que se conoce como “búho”, y un 65 % un cronotipo intermedio.
Solo el 1 % se clasificó en el cronotipo matutino o “alondra”. Esto, según los autores, coincide con los cambios fisiológicos propios de esta etapa, en la que se produce lo que se conoce como el síndrome de retraso de fase, por el que los adolescentes tienden a conciliar el sueño más tarde y, por lo tanto, a necesitar levantarse también más tarde.
“Nuestra impresión es que el horario escolar podría no ser el adecuado para este grupo de edad”, explica Carla Pía Martínez, autora principal del estudio.
Se trata de una reivindicación que llevan haciendo hace tiempo muchos expertos en sueño adolescente, ya que en una etapa en la que los adolescentes tienden a dormirse más tarde, los horarios de las clases empiezan curiosamente antes, en muchos casos a las 8:00 de la mañana.
La experta reconoce que, aunque lo mejor sería retrasar los horarios de entrada a los institutos, adoptar esta medida no es fácil.
Por ello, anima a los gestores educativos a poner actividades más lúdicas y estimulantes y menos intelectuales (como educación física o educación artística) a primera hora de la mañana “para ayudarles a espabilar”; y a evitar los exámenes al principio de la jornada.
El estudio no ha analizado el impacto que tienen las pantallas en esta falta de sueño, pero la investigadora considera que no se les puede echar toda la culpa a las redes sociales.
“En la ESO muchas veces les mandan los deberes a través de plataformas digitales y los plazos de entrega suelen vencer a las doce de la medianoche. ¿Cuándo los van a entregar? Es más probable que lo entreguen el último día a las 12 de la noche, que diez días antes cuando se subió la tarea”, argumenta.
Martínez también considera que los horarios de las extraescolares, sobre todo de las deportivas, no ayudan tampoco a que los adolescentes se vayan a la cama antes.
“Hemos visto que los niños que practican fútbol, por ejemplo, suelen tener los entrenamientos a última hora de la tarde. El ejercicio les acelera, cenan más tarde y, claro, luego les cuesta más dormirse. Es una cadena. Además, en los chicos que juegan a fútbol, también hemos visto que no compensan el fin de semana, porque los sábados por la mañana es justo cuando tienen los partidos y tienen que madrugar”, señala.
Los autores se encuentran en este momento analizando datos sobre el impacto que esta falta de sueño puede tener en el rendimiento académico de los adolescentes.